martes, 9 de enero de 2018


Comparto esta disertacion de #DaisakuIkedaSensei Hay un tema que afecta a todas y es el de las relaciones de pareja; tanto para quienes ya la tienen y desean mejorarla como para las que no la tienen y desean encontrar la que sea su ideal.
Pareciera que nosotras, las mujeres, necesitamos el amor más que los hombres; todo lo emocional e íntimo lo vivimos más intensamente. Es totalmente lícito y natural sentir el anhelo de vivir un amor auténtico que nos haga sentirnos felices y plenas en cualquier etapa de nuestra vida, más allá de la edad o de las circunstancias que nos rodeen.
SEAMOS PRINCESAS
Ante todo, dice Sensei, que las mujeres somos princesas y como tales debemos ser tratadas (no hay más que ver el trato amoroso que Ikeda tiene para con su mujer). Esto significa que no debemos bajarnos de ahí por nada ni por nadie.
“Es fundamental – dice Ikeda – que las mujeres fortalezcan el respeto hacia sí mismas y adquieran una sólida fuerza interior. El amor debe ser una fuerza que nos ayude a expandir nuestra vida y haga surgir al máximo las propias capacidades; si debido a una relación de pareja olvidamos el propósito de nuestra existencia como seres independientes, estamos tomando el camino errado”.
La buena noticia es que el príncipe existe pero llegará y actuará como tal cuando nosotras mantengamos nuestra estabilidad de princesas. En ese caso deberá tratarse de una persona con la cual nuestro Ichinen (nuestra determinación y objetivos) deberá coincidir.
SOLO PODEMOS MODIFICARNOS A NOSOTRAS MISMAS
Hay muchas mujeres que aún creen que darlo todo o soportarlo todo es un acto de amor y no es así. Se trata de ser asertivas, es decir, tomar decisiones basadas en la realidad, que no dañen al otro y, mucho menos, a nosotras mismas.
El budismo de Nichiren Daishonin dice que no debemos sufrir y no debemos hacerlo porque no hemos nacido para someternos a un destino trágico sino para transformarlo en una vida triunfal.
Cuando una relación no funciona muchas tienen la tendencia a pensar que con “otro” todo sería distinto y, aquí, la palabra clave es “tendencia”. Tenemos que descubrir si, el problema que estamos viviendo en nuestras relaciones, se trata de un patrón que se repite en nuestra vida y transformarlo; pero hacerlo desde donde estamos y no seguir saliendo a buscar fuera lo que debemos cambiar dentro de nosotras. Nunca debemos olvidarnos de que ¡sólo podemos modificarnos a nosotras mismas!
Hasta la falta más profunda puede revertirse cuando la reflexión va unida a la decisión firme de valorarnos y valorar cada día de nuestra vida de ahora en adelante.
AMAR CON LOS OJOS ABIERTOS
No se por qué pero nos encanta ilusionarnos con las ilusiones y, según el budismo, lo que debemos hacer es cruzar el río de la ilusión a la iluminación. ¡Aprender a amar con los ojos bien abiertos!
Lo que importa es mi decisión ¿Qué tipo de hombre quiero a mi lado? ¿Qué tipo de relación quiero vivir? (Si es necesario nos lo apuntamos y, cuando el príncipe golpee a nuestra puerta, se lo leemos y, basta con que sólo diga que no a uno de los puntos para saber que no es lo que estamos buscando y no podemos permitir que eso nos desvíe de nuestro objetivo).
Cuando una mujer tiene claro lo que quiere y lo que no quiere y, con esa determinación ora al gohonzon, el comportamiento se aclara y la acción sale sola. Sólo debe permanecer firme a su decisión.
Es decir, que no depende de la decisión del otro, sino de la nuestra. No tiene ningún sentido estar pendientes de si el otro siente o no, cambia o no, vuelve o no, etc. Eso sería juzgar y culpar al otro por nuestra situación y de acuerdo a nuestras necesidades y deseos, sin tener en cuenta sus pensamientos, sentimientos y puntos de vista.
El otro tiene derecho a ser como decida ser, somos nosotras las que debemos decidir si eso es lo que queremos o no.
En este caso se trata de preguntarnos ¿para qué me pasa esto? ¿Cuál es el sentido de esto que hoy me toca vivir? Es muy diferente encarar los conflictos con el deseo de revisar qué me pasa a mí y pensando que esa persona cumple una función que me lleva a ver, como un espejo, qué necesito cambiar.
Por ejemplo: ¿Permito que el amor me debilite? ¿Utilizo el papel de víctima cuando las cosas no salen como yo quiero? ¿Mendigo un poco de cariño y aguanto lo que sea por esas migajas? ¿Este amor hace que tenga ganas de hacer más cosas o saca lo más negativo de mi personalidad (celos por causas inexistentes, miedos míos inventados, egoísmo, lástima de mí misma, llamar la atención a través de la pena, etc.)? ¿Cuánto poder le doy sobre mi vida y mis pensamientos?
Se trata de orar con la convicción de que podemos transformar esta situación en un beneficio para nuestra vida. No tenemos que pensar tanto, ni hacer estrategias, sino determinar qué quiero y orar frente al gohonzon con la convicción de que voy a conseguirlo. ¡Cuando las mujeres determinamos algo somos capaces de conseguir lo que queremos sin falta!
Una mujer que posee el coraje de seguir, a pesar de los obstáculos, seguramente llegará a su meta.
EL FUTURO ES DE LAS MUJERES
El presidente Ikeda dice que el futuro y el mundo están en nuestras manos, porque somos nosotras quienes educamos a nuestros hijos y a nuestras parejas.
Como pareja es muy importante tener un punto de partida al cual regresar cuando las cosas se tuercen (y esto es algo que nos vale para todo en la vida) ¿Para qué estamos juntos? ¿Qué queríamos conseguir? Y, desde ahí, cobrar valor para comenzar de nuevo.
También es muy importante tener amigos en la fe, amigos que sepamos que nos quieren y que desean lo mejor para nosotras, para que puedan orientarnos objetivamente y darnos el coraje necesario cuando estamos a punto de ceder a nuestras debilidades y de abandonar nuestros sueños.
En este sentido estas reuniones también representan un ámbito de contención y fortalecimiento, puesto que las mujeres debemos apoyarnos mutuamente, escucharnos, reflexionar juntas acerca de lo que nos pasa, unidas en torno a un noble ideal. Compartimos género y por eso funcionamos como espejos, en determinados aspectos, las unas de las otras.
CAMBIANDO PIEDRAS POR ORO

Para nosotras que tenemos la inmensa fortuna de entonar Nam myoho renge kyo en busca de energía vital y sabiduría, se acabaron las excusas para transformar nuestras condiciones internas y con ellas las externas.
Ser felices y desarrollarnos al máximo es la mejor forma de lucir en la sociedad el poder de la Ley Mística.
Entonces, la felicidad no depende del amor que otra persona me pueda dar, sino de lo que hacemos con nuestra vida y del empeño que pongamos en conquistar lo que queremos.
Como dice el gosho: “Nadie debería vacilar a la hora de cambiar piedras por oro y cáscaras por arroz".