SOBRE LA ORACIÓN
Me gustaría hablarles acerca de dos pasajes de gosho acerca de la oración, que dicen: “...Nunca dejarán de ser respondidas las oraciones del devoto del Sutra del Loto” y “¿Cómo podrían sus oraciones dejar de ser contestadas?”.
Muchos de nosotros hemos experimentado que nuestras oraciones no recibieran respuesta. Desearía referirme acerca de la naturaleza de la oración según el Budismo y de cómo podemos engrandecer el poder y el beneficio que recibimos de nuestra oración.
Nuestra práctica del Budismo jamás debe convertirse en una lucha de interminables eones hasta para los más pequeños cambios en nuestro karma. Muy por el contrario, el Budismo de Nichiren Daishonin está concebido para producir efectos drásticos en nuestra vida diaria y en nuestro karma y si esto no es lo que ocurre, tenemos que preguntarnos el porqué. ¿Acaso el Daishonin no nos promete que nuestras oraciones serán contestadas?
Todas nuestras oraciones son contestadas con absoluta seguridad, sólo que a veces la respuesta es NO. A veces, si estamos orando por algo que nos es perjudicial, la respuesta es NO. Por esta razón es por la que quiero hablar de la naturaleza de la oración según el Budismo.
La oración según el Budismo es significativamente diferente de lo que es la oración con la cual la mayoría de nosotros estamos familiarizados desde nuestra infancia. Si no comprendemos la diferencia, tendremos la tendencia a continuar orando como si estuviéramos tratando de comunicarnos con algún poder externo a nosotros. Con esto, estaríamos tocando sólo los aspectos superficiales de un Buda, mientras que en nuestro interior permaneceríamos conectados a nuestra anterior forma de pensar.
La oración, según la tradición occidental, intenta la comunicación con un poder trascendental por encima y más allá de nosotros. Este poder, que no existe dentro de la vida de los seres humanos, ha de ser encontrado en algún otro lugar. De este modo, la oración se orienta hacia otro ser. Este enfoque religioso se basa en la premisa de que los seres humanos, en lo profundo de nuestras vidas, somos impuros, de que inherentemente no somos buenos. Las oraciones llegan así a estar llenas de sentimientos de culpa y de inadecuación.
Según el Budismo, la Fuente o Poder está dentro de nosotros. Una oración budista va dirigida hacia nuestro interior. Estamos recurriendo a la ayuda de nuestra propia naturaleza de Buda inherente. Según el Budismo, los seres humanos somos, por naturaleza, muy valiosos y buenos. Poseemos naturaleza de Buda. Las oraciones budistas están llenas de un sentido de responsabilidad y agradecimiento.
La oración tradicional en nuestra cultura occidental, tiende al pesimismo y la superficialidad. Por el contrario, el Budismo posee un enfoque de la vida humana que es esencialmente optimista y, por tanto, profundo. El gosho del que leíamos un párrafo anteriormente, dice: “Uno no desecha el oro por estar contenido en una bolsa inmunda. Uno no ignora los árboles de sándalo por el desagradable olor de los árboles de arándano que crecen a su alrededor, y uno no rehusa recoger las flores de loto porque el estanque del valle en el que crecen está sucio”.
En esto podemos ver el enfoque fundamentalmente optimista de la vida humana que posee el Budismo de Nichiren Daishonin. “Vamos a esforzarnos en recoger flores de loto en el empantanado estanque de nuestra vida”, tal debe ser nuestra oración. La invocación de daimoku al Gohonzon está orientada a abrir nuestros ojos para poder ver florecer los lotos. Para nosotros es extremadamente difícil percibir lo que hay en lo profundo de nuestras vidas; por ello, el Daishonin nos dejó una oración para que abramos los ojos y veamos revelados los tesoros que poseemos.
Si invocamos daimoku frente al Gohonzon en busca de algún poder externo que venga hacia nosotros y produzca un milagro, estamos buscando en el lugar equivocado. Nuestra naturaleza de Buda se encuentra en el profundo y oscuro almacén de nuestra vida. No es fácil de encontrar. Tenemos la tendencia a buscar nuestra naturaleza de Buda en las áreas de nuestra vida en las que podemos verla con facilidad. Dentro de nosotros no sólo se encuentra la causa de nuestros sufrimientos, sino también la solución a todos nuestros problemas. Si usted dirige sus oraciones hacia afuera, éstas no serán respondidas. Nada pasará.
El Budismo NO enseña que “los deseos mundanos conducen hacia los beneficios”; tampoco enseña que “beneficio es lo mismo que iluminación”. Lo que SÍ enseña es que los deseos mundanos nos conducen a la iluminación.
Todos sabemos que sufrimos adversidades en nuestras vidas. En el gosho “Felicidad en este mundo”, Nichiren Daishonin establece: “Sufra lo que tenga que sufrir, goce lo que tenga que gozar. Considere el sufrimiento y la alegría como hechos de la vida. [...] Nadie puede escapar de los problemas, ni siquiera los sabios y venerables”. Hasta los sabios y los venerables sufren adversidades. El Budismo acepta el hecho de que ocurran adversidades y de que suframos. Nuestro sufrimiento hace brotar el deseo de erradicarlo. Todos deseamos eliminar el sufrimiento. Este deseo nos impulsa a tomar acción con la intención de eliminar el sufrimiento.
Sin embargo, debido a que carecemos de sabiduría y a causa de que existe la oscuridad en nuestra vida, realizamos una acción incorrecta a pesar de nuestra sinceridad: hacemos una causa negativa en vez de una positiva. Aunque estamos haciendo el máximo esfuerzo, estamos llenos de concepciones y percepciones erradas.
Imaginemos a los “Marineros de Seattle”, un equipo de beisbolistas muy entrenados y extremadamente capaces. Supongamos que son enviados al exterior a competir por la Copa Mundial de Fútbol. Se les informa que, si ganan, recibirán un millón de dólares al año por el resto de sus vidas. ¡Se sienten motivados! Pero nadie les enseña el reglamento de fútbol. Así, los Marineros salen a la cancha de fútbol con sus guantes y sus bates dispuestos a ganar la Copa Mundial. Juegan dando lo mejor de sí, pero sólo saben jugar según el reglamento del béisbol, porque no conocen el del fútbol: así intentan batear la pelota para dirigirla al arco y hacer un gol. Entonces son sancionados. A pesar de su sinceridad, manejan las reglas equivocadas: no pueden jugar porque no conocen las reglas.
La vida también es así. Por muy sincero, dedicado o trabajador que se sea, uno es infeliz si su vida está llena de concepciones erradas, ya que debido a ellas, se continuará realizando causas negativas a pesar de sí mismo y de esta manera se perpetuará el karma negativo, lo cual conducirá a más sufrimiento. Esto hará que el deseo de erradicar el sufrimiento aumente más aún. Es por eso que, a veces, parece que cuanto más intentamos arreglar las cosas, peores se vuelven.
El Buda Shakyamuni estableció que deberíamos eliminar los deseos para salir de los caminos del sufrimiento. Pero esto, aparte de ser imposible de llevar a cabo hoy en día, nos conduce a un callejón sin salida. Nichiren Daishonin dijo que podemos transformar los deseos mundanos ejerciendo la sabiduría. Cuando estamos sufriendo podemos invocar daimoku frente al Gohonzon y orar por sabiduría, para poder ver correctamente la causa u origen de nuestro sufrimiento y realizar la causa adecuada. La sabiduría nos permite romper esta cadena kármica. Desarrollamos sabiduría, lo que nos inspira a tomar la acción que nos libera de nuestro sufrimiento y, a la vez, nos lleva a profundizar la fe. Así transitamos, entonces, por un camino de la vida completamente diferente.
Según el Budismo, la intención de nuestra oración es transformar la ilusión en sabiduría. La sabiduría es el máximo beneficio de nuestra práctica budista. Nuestra sociedad tiende a promover la concepción de que el propósito de la vida es reunir tantos bienes materiales como nos sea posible. Sin embargo, el Budismo dice que no es éste el propósito de la vida. Una vez, vino a verme un miembro de la División Sonen y me dijo que necesitaba ayuda con su “karma financiero”, ya que no había logrado transformarlo en diez años de práctica. La primera pregunta que le hice fue: ¿Qué tipo de trabajo hace usted? Me dijo que no tenía trabajo y pregunté el porqué. Contestó que había renunciado a su trabajo seis meses atrás. Le pregunté porqué lo había dejado, a lo que me contestó que había tenido un desacuerdo con su jefe y que había sentido que tenía que renunciar. Le pregunté acerca del trabajo que había tenido antes, y me dijo que lo habían despedido porque se había disgustado con su jefe. ¡Esa persona, a lo largo de diez años de práctica, había tenido ocho trabajos distintos y los había perdido a todos! Le pregunté cómo era que esperaba tener una excelente situación financiera si ni siquiera tenía trabajo. No hay magia en el Budismo, no es lógico pensar que uno pueda lograr una gran fortuna económica si no la produce. Entonces él me planteó que su verdadera pregunta era: “¿Por qué tengo el karma de tener jefes autoritarios?”
La mayoría de nosotros creemos que las cosas malas que nos suceden son nuestro karma. Pensamos que nuestro karma existe fuera de nosotros, pero esto es incorrecto. No somos los únicos a los que nos pasan cosas negativas: a todo el mundo le pasan cosas malas. Entonces, ¿qué es el karma?
El karma es nuestra incapacidad de manejar las adversidades. No sabemos cómo manejarnos con los obstáculos cuando nos golpean y terminamos haciendo lo equivocado, creándonos así más sufrimientos. En todo caso, le señalé su tendencia a molestarse con sus jefes. Existía un patrón claro: era muy difícil para esta persona darse cuenta de que su problema era la ira. El Budismo dice que si usted tiene ira, posee el veneno de la arrogancia. Le dije que hasta que no fuera capaz de controlar su mente arrogante y su ira, no podría mantener un trabajo. En realidad era una persona muy talentosa en su trabajo, pero esto mismo lo llevó a creer que podía hacer lo que quería y a maltratar a los demás. Le dije que necesitaba encontrar la forma de no perder sus trabajos: tenía que transformar su karma. Le dije también que no permitiera que su ira lo derrotara y que orara sinceramente por tener la sabiduría de responder frente a las situaciones de un modo distinto a la ira. Hasta hoy, ha estado empleado por tres años y acaba de comprar una casa.
¿Qué beneficio sería mayor: otro trabajo que tal vez también podría perder o tener la sabiduría de percibir la causa raíz de su problema y nunca tener que repetirlo? La gente pagaría millones de dólares por tener sabiduría para comprender la verdadera naturaleza de sus sufrimientos.
El Budismo se refiere a la vida interior, a despertar la sabiduría acerca de nuestra verdadera naturaleza. Esa sabiduría es mil veces más valiosa que todos los pequeños beneficios que uno pueda acumular. Quedando atrapados en la búsqueda de posesiones materiales, algunos de nosotros podemos pensar “esto sería una maravillosa prueba real”. Yo no lo creo así. ¿Cuántas veces se nos ha ocurrido pensar al ver a un millonario: “¡Caramba! ¿Cuál será la religión que practica esta persona? A lo mejor me convierto a ella”
La búsqueda de posesiones materiales no es algo negativo, pero éste no es el propósito de la vida. Lo que el ser humano anda buscando es el modo de transformarse a sí mismo: ésa es la naturaleza de la oración budista. Nichiren Daishonin NO dijo que los deseos se convierten en beneficios, sino que los deseos conducen al conocimiento de uno mismo.
Por supuesto que, al cambiar nosotros, nuestro medio ambiente refleja este cambio y experimentamos beneficios. Pero si lo único que buscamos es el beneficio sin pasar por el proceso interno, nada ocurrirá. El Gohonzon casi no tiene poder para transformar nuestro medio. El Gohonzon lo que sí tiene es el poder para transformarnos a nosotros. Cuando usamos el Gohonzon para transformarnos a nosotros mismos, recién entonces transformamos nuestro alrededor. Hay una gran diferencia. Deberíamos determinar frente al Gohonzon el resolver nuestro problema o sobrepasar nuestro sufrimiento. Cuando usted ore al Gohonzon con este enfoque, se sorprenderá al ver lo que percibe de sí mismo y lo que necesita cambiar en su vida. De lo que trata el Budismo es acerca de la reforma interior, no sobre la reforma exterior. Por supuesto, en el medio ambiente también ocurren beneficios, pero en realidad éste no es el punto primordial. El cambio interior sí lo es.
Hemos oído hablar acerca de las Cuatro Fuerzas del Budismo. Las fuerzas de la Fe y de la Práctica activan las fuerzas del Buda y de la Ley. ¿Dónde residen los poderes del Buda y de la Ley? ¿En el Gohonzon? No. Las fuerzas del Buda y de la Ley yacen en la naturaleza de Buda dentro de nuestra propia vida. Las fuerzas de la Fe y de la Práctica las despiertan y las hacen emerger. La fuerza de nuestra Fe determina el grado en que manifestamos la fuerza del Buda y la fuerza de la Ley en nuestra vida.
¿Cuál es la fuerza del Buda? La fuerza del Buda es la sabiduría. Equivale a decir la mente del Buda, o sea la mente que percibe la verdadera naturaleza de todos los fenómenos. ¿Cuál es la fuerza de la Ley? Es el cuerpo o acción del Buda. Cuando oramos al Gohonzon, contactamos la sabiduría para percibir la verdadera naturaleza de lo que realmente está ocurriendo y así atacar la raíz de nuestro problema. El camino de nuestra vida ha sido ya muy transitado por nosotros: es como una autopista. Hemos estado caminando por el sendero de nuestra vida, tomando las mismas decisiones, haciendo las mismas cosas, existencia tras existencia. Jamás habíamos despertado al hecho de que estamos caminando en círculos, regresando siempre al mismo punto.
La fuerza del Buda y la fuerza de la Ley se manifiestan porque usamos nuestra voz -la voz del Buda- para orar al Gohonzon. Nuestra oración al Gohonzon debe consistir en que, con sabiduría y fortaleza, estamos decididos a sobrepasar nuestro problema. Debemos tener ese tipo de determinación al orar. Puede que no tengamos una clave sobre lo que debemos hacer, pero esto no debe ser un problema: precisamente por eso practicamos... ¡si ya supiésemos qué hacer no estaríamos sufriendo, sino que ya lo hubiéramos solucionado!
Hacemos acopio de la determinación y luego necesitamos sabiduría. Invoquen daimoku al Gohonzon, estudien el gosho, lean las orientaciones del Presidente Ikeda y pidan orientación a sus responsables. Todo esto funcionará para mostrarles la causa u origen de su sufrimiento. Un ejemplo es cuando usted lee la orientación del Presidente Ikeda con una actitud seria, no por mera formalidad sino con la siguiente postura: “Ikeda Sensei, tengo un problema: necesito sabiduría”. Comienza a leer y, de pronto, su vista se detiene en un párrafo y usted siente: “Él está hablando acerca de mí”. Deténgase allí mismo y llévelo a la práctica. Eso es sabiduría. La sabiduría provino de su mentor, de su maestro. Entonces, usted se dará cuenta de que posee un vínculo personal con el Presidente Ikeda. Descubrirá que él le está dando instrucciones acerca de cómo vencer. Él le está enseñando las reglas. Si no está buscando sabiduría, no la encontrará. Si solamente está buscando beneficios, no encontrará sabiduría. La sabiduría es el más valioso de los tesoros. Nosotros practicamos el Budismo para llegar a ser la persona que queremos ser... ¿En qué tipo de persona se está convirtiendo usted? Lo que queremos es estar iluminados, ser Budas. En realidad, algunas veces esto puede parecernos demasiado abstracto, sin embargo, convertirse en una persona iluminada, hacer resplandecer la luz de la propia vida, es algo que se puede hacer todos los días.
Cada vez que usted invoca daimoku frente al Gohonzon para hacer emerger la sabiduría de comprender la causa u origen de su sufrimiento y la acción fundamental que debe realizar para lograr la felicidad, está buscando la iluminación. La Budeidad no es algo ajeno, ni algo que tal vez algún día lograremos: cada mañana y cada noche, usted logra la Budeidad.
El gosho “La Persona y la Ley” establece lo siguiente: “Puesto que la Ley es suprema, la Persona es digna de respeto”. Debido a que la enseñanza que abrazamos es verdadera, quienquiera que abrace esta enseñanza se convierte en una persona respetable: se convierte en Buda. El gosho continúa diciendo: “Puesto que la Persona es digna de respeto, la Tierra es sagrada”. Debido a que abrazamos al Gohonzon, logramos la Budeidad; dondequiera que usted vaya, ése lugar se convierte en Tierra de Buda. La cocina se torna en la cocina del Buda, la escuela se torna en la escuela del Buda. ¿Cuántos de ustedes encuentran la Tierra del Buda cuando van al trabajo? ¿Quién se supone que puede llevar al Buda al trabajo? Usted es quien tiene Gohonzon. Se supone que es usted el que tiene que hacer despertar la vida del Buda y llevársela al trabajo con usted... ¡pero resulta que la olvidó en su casa frente a su altar!
Si usted invoca daimoku al Gohonzon por la mañana con la determinación de “Me llevaré con-migo la vida del Buda y transformaré mi lugar de trabajo. Necesito sabiduría, necesito fuerza, pero voy a establecer la diferencia”, se sorprenderá del poder que ya posee para transformar su medio ambiente.
En “La Revolución Humana”, el Presidente Ikeda dice: “Si una persona cree en algo errado, sea lo que sea, ese algo lo arrastrará a las profundidades del sufrimiento. Lo mismo vale para un grupo de personas, para la sociedad y para toda una nación. Confundir como verdadero algo que en realidad constituye una falacia y creer en ello, es la cosa más terrible en la vida. Si las cosas en las que usted cree están equivocadas, éstas lo harán caer en el infierno en un minuto. Sus creencias fundamentales son lo más importante del mundo para usted. Si su vida está basada en ilusiones y falacias, usted se encontrará sufriendo en el Infierno y no podrá salir de allí. Practicamos para aprender las reglas de la vida y cambiar nuestra visión básica de ésta. Una vez que usted conozca las reglas del juego, podrá jugarlo libremente por el resto de su existencia.”
El Presidente Ikeda concluye diciendo: “Nada ayudará entonces a esa persona por más buenas intenciones que tenga y por más esfuerzos que haga, si esa persona cree en algo falso o contrario a la ciencia, no podrá evitar caer en el infortunio. Esto es inevitable. Uno puede depositar su confianza en una doctrina específica, en una ciencia, en la religión de su país, en sus negocios, en sus familiares, en sus amigos, en sus convicciones, en la medicina o en la tecnología. Los seres humanos no pueden actuar a menos que crean en algo. Inconscientemente, hasta aquél que hace alarde de su ateísmo actúa sobre la base de alguna creencia. Todos los asuntos humanos no son más que la suma total de sus acciones enraizadas en la fe. El creer no es algo separado de la vida, tampoco es algo que se encuentra confinado a un grupo selecto de personas. Lo importante es hasta qué punto uno está consciente de aquello en lo que cree. La mayoría de las personas jamás llega a cuestionarse si la esencia de sus creencias es realmente correcta. Sea correcta o incorrecta su creencia, sea justa o perniciosa, las ignoran y viven la vida sin darse cuenta. Allí, precisamente allí, yace la raíz de su infelicidad”.
¿Cuántas veces nos hemos preguntado si nuestras creencias fundamentales son correctas? Muchas, muchísimas veces he conocido personas con quince o veinte años de práctica que se encuentran atascadas, incapaces de avanzar. Su práctica se ha tornado en una dificultad. Cuando examinamos la causa u origen, vemos que en su mente conocen todos los conceptos del Budismo correctamente, pero en sus corazones aún creen que es responsabilidad de otros: están en dotai ishin, o sea “uno en cuerpo, muchos en mente”. Hablan como budistas pero dentro de sí mismos carecen de las creencias budistas. No han examinado sus creencias fundamentales. Finalmente su práctica budista deja de producir beneficios porque no están intentando transformar sus creencias falsas en verdaderas.
El “Rissho Ankoku Ron” establece: “Por lo tanto, usted rápidamente debe reformar las creencias que mantiene en su corazón y abrazar el Vehículo Único, la única doctrina correcta del Sutra del Loto”. En otras palabras, invocamos daimoku frente al Gohonzon. El Gohonzon es el Kanjin no Honzon, es decir, el Verdadero Objeto de Veneración para observar la verdad de la propia vida. Cada vez que invoque daimoku buscando la verdad, se tornará en una persona extraordinariamente consciente de sí misma -lo cual requiere de coraje- y asimismo podrá descubrir que usted también posee la naturaleza de Buda. A menos que usted tenga el coraje de realmente verse tal como es, vale decir, de confrontar los aspectos negativos de su vida, no podrá encontrar la naturaleza de Buda. Tiene que tener el coraje para ver.
La pregunta es: ¿funcionará igual cualquier oración? En “La Revolución Humana”, Vol. 10, el Presidente Ikeda se pregunta si el daimoku es suficiente. Su conclusión es que NO. El daimoku es la base de todo, pero por sí mismo no es suficiente. El daimoku se debe conectar a otros aspectos de la práctica. El gosho “Sobre la Oración” dice: “Nunca dejarán de ser respondidas las oraciones de los devotos del Sutra del Loto” y Nichikan Shonin, 26° Sumo Prelado, afirmó: “Ninguna oración del devoto del Sutra del Loto quedará sin respuesta”. Sin embargo, el gosho “La estrategia del Sutra del Loto” dice: “Quien es cobarde en la fe no puede lograr nada”. En otras palabras, es posible que sus oraciones no obtengan respuesta.
El Vicepresidente Tsuji dijo alguna vez: “Todos tenemos el mismo Gohonzon y practicamos de la misma manera; sin embargo, vemos que algunas personas reciben tremendos beneficios; a otros no les sucede mayor cosa, y hasta hay algunos que se encuentran con tremendas pérdidas. ¿Cómo debe ser la relación correcta con el Gohonzon? ¿Cómo podemos practicar para obtener beneficios? [...] El Gohonzon que está fuera de nosotros hace surgir el júbilo que está dentro de nosotros. Y cuando establecemos una relación con el Gohonzon frente a nosotros, al invocar Nam-myoho-renge-kyo, el Nam-myoho-renge-kyo que está dentro de nosotros emergerá. Si miramos al Gohonzon y pensamos que está allá afuera mientras invocamos daimoku pensando que «por hacer esto voy a conseguir algo», somos como un mendigo pidiendo limosna. Aún en estas circunstancias, probablemente recibamos beneficios; no obstante, el tipo de beneficios que recibamos será tan pequeño como la propina que se le da a un mozo en comparación con el costo total de la comida que nos ha servido” (Los Ángeles, 17/4/81).
Debemos invocar daimoku con la actitud de que a través de nuestras oraciones al Gohonzon -sea por nuestra nueva casa o por los negocios o la salud-, podamos contribuir con el kosen-rufu. Plantéele a su Gohonzon interior: “Por el kosen-rufu, permíteme por favor sobrepasar estas dificultades”. Los shoten zenjin nos darán protección basados en nuestras oraciones por el kosen-rufu. Sin pensar en el kosen-rufu y simplemente invocando Nam-myoho-renge-kyo, obtendremos pocos beneficios. Los beneficios derivados de nuestras oraciones basadas en el kosen-rufu, son tan dinámicos como volar en avión, mientras que orar sólo por nuestro propio beneficio es tan lento como caminar.
El gosho “Sobre el logro de la Budeidad” dice: “Sin embargo, aun cuando usted invoque Nam-myoho-renge-kyo y crea en él, si piensa que la Ley se encuentra fuera de usted mismo, no está abrazando la Ley Mística, sino cualquier otra enseñanza inferior”. ¿Qué significa esto? Si usted piensa que la causa de sus problemas está fuera suyo y que igualmente lo están las soluciones, no estará abrazando la Ley Mística, sino una enseñanza inferior, aunque esté invocando daimoku al Gohonzon. Este es un punto importante: aunque oremos al Gohonzon, si creemos: “la respuesta está fuera de mí”, en realidad, de hecho, ni siquiera estamos practicando el budismo, por más que estemos invocando daimoku.
El gosho continúa diciendo: “Enseñanza inferior se refiere a todas las que no son este sutra, que constituyen doctrinas provisionales y transitorias. No hay ninguna enseñanza inferior que conduzca directamente a la iluminación y, sin un camino directo hacia la iluminación, usted no podrá lograr la Budeidad, aunque practique existencia tras existencia, a lo largo de innumerables eones”.
¡Imagínese hacer gongyo, invocar daimoku, hacer shakubuku, participar de los zadankai y hacer zaimu existencia tras existencia durante incontables eones y, no obstante, nunca cambiar su karma ni jamás lograr la iluminación! Ésta es una idea deprimente. El Daishonin aquí está señalando lo importante que es no ver fuera de usted mismo. No trate de obtener el poder desde el exterior: busque la solución al problema dentro suyo. Usted es el problema y también la solución. Si invoca daimoku frente al Gohonzon con la oración: “quiero manifestar la sabiduría para comprender lo que debo hacer; quiero tener la sabiduría para saber qué acción tomar”, se sorprenderá de su avance.
Las oraciones dirigidas hacia afuera no ayudan en nada, aunque se repitan por el resto de su vida. El Daishonin señala aquí estrictamente que, si va a invocar daimoku, no pierda su tiempo intentando arreglar las cosas desde afuera. El Gohonzon casi no tiene poder hacia el medio ambiente externo, pero sí tiene un universo de ilimitado poder para transformarlo a uno y reformar la propia vida. Abra su vida y véase realmente tal como es; confróntese y lidie consigo mismo. Con seguridad usted está caracterizado por uno de los tres venenos: avaricia, ira o estupidez. Para descubrir cuál es el suyo, pregúntese a sí mismo: ¿soy egoísta? ¿soy irascible? ¿soy estúpido? ¡Seguro que es alguno de los tres!
El Daishonin continúa: “De tal modo, lograr la Budeidad en esta existencia resulta imposible. Entonces, cuando invoque la Ley Mística y recite el Sutra del Loto, tiene que llegar a sentir la profunda convicción de que Myoho-renge-kyo es su propia vida. [...] Por ejemplo, el pobre es incapaz de juntar un solo centavo si se limita a contar la fortuna de su vecino, aunque lo haga noche y día”.
Este gosho sigue diciendo que si usted no comprende que esto está sucediendo dentro de usted y no allá, en otro lugar, no podrá cambiar su karma. Su práctica se convertirá así en una “interminable, penosa austeridad”. Veámoslo de otro modo: observe su vida, ¿hay algún aspecto de ella en el cual, cuando invoca daimoku, le resulta una interminable y penosa austeridad? Puede que sea el trabajo, sus relaciones, sus hijos o cualquier otra cosa. Hasta puede que le vaya muy bien en las demás áreas, pero cuando se trata, por ejemplo, de las relaciones personales, puede llegar a comportarse de manera totalmente no budista y no obtener beneficios; esto puede llegar a prolongarse por años y hasta puede llegar a darse por vencido de tanto dolor.
El problema allí no es el Budismo. El problema tampoco es que su karma es muy pesado: el problema es que usted está buscando en el lugar equivocado. Usted es el problema, pero no está buscando adentro. Es más fácil ver afuera.
Digamos que tiene un gran problema que quiere resolver. Comienza un millón de daimoku. Cuando va por el 999.950, de repente se le ocurre “tal vez el problema sea yo”. Si tenemos esto en cuenta de antemano, podemos abreviar un poco el proceso: comience asumiendo “el problema soy yo”. ¡Así podrá progresar con sólo invocar 50.000 daimoku en vez de un millón! La calidad de su oración es tan importante como la cantidad: lo importante es invocar con calidad y cantidad. Cuando vemos nuestra práctica, sólo la vemos en una sola dirección y siempre apunta hacia nosotros mismos. La mayoría de las veces pensamos que estamos muy bien. Pero otra persona puede ver claramente si nos hemos desviado. Esto es especialmente válido cuando se tiene un responsable en la fe. Para eso recibimos orientaciones.
Cuando usted va a recibir orientación, ¿cuál cree que va a ser la orientación? “¡Invoque daimoku!” ¿No es así? ¿O acaso le ha sucedido alguna vez que la orientación que le dieron fue: “Me parece que está haciendo demasiado daimoku.”? ¡Por supuesto que no! Por eso, cuando va a recibir orientación, usted ya sabe de antemano cuál será la conclusión. La persona que orienta también sabe cuál será la conclusión. Entonces, ¿para qué recibe orientación? La razón es que su daimoku no está alcanzando al Gohonzon. Algo parece estar fallando y usted se siente frustrado. Necesita que alguien se lo señale y le diga: “¡Ojo! Tu enfoque ya no es budista, has perdido el espíritu correcto y estás invocando daimoku con la motivación equivocada”. El poder de la orientación es el de redirigir nuestra oración al Gohonzon para lograr que el beneficio comience a fluir nuevamente.
Cuando perdemos la perspectiva budista y comenzamos a ver fuera de nosotros, bien sea culpando a otros o pensando que el problema está fuera, no aparece por arte de magia una voz que nos alerta: “¡Cuidado! ¡Estás a punto de poner el asunto fuera de tu control!”, sino que esta postura se va apoderando imperceptiblemente de nosotros y, antes de que podamos darnos cuenta, nuestro daimoku ha perdido poder: la alegría ya no está presente.
Puede que usted comience a pensar: “Quizá antes nunca logré beneficios; quizá esta práctica nunca funcionó para mí”. Comienzan así a aparecer las dudas, y de este modo se doblega nuestra fe: es por eso que necesitamos orientación. Nuestra organización está conformada por personas que orientan en la fe correcta con el fin de fortalecer y redirigir la oración, deshacerse de toda perspectiva no budista y, al invocar daimoku, enfocar la oración hacia su Revolución Humana. Inmediatamente después de esa clase de orientación, la gente tiene beneficios, pero no por la orientación misma sino por la oración de la persona. La orientación nos ayuda a orar correctamente.
Según el Budismo, la forma en que oramos establece la diferencia. ¿Qué significa orar como devoto del Sutra del Loto? Un aspecto es que el devoto o practicante del Sutra del Loto lleva a cabo enérgicamente tres cosas: sus oraciones no pueden ser respondidas si usted no está practicando para otros, si no está estudiando y si no está invocando daimoku al Gohonzon. Usted sabrá si está haciendo o no su máximo esfuerzo en esas tres áreas. Si su práctica ha perdido el poder de producir beneficios, yo en su lugar examinaría de inmediato esos tres pilares y me preguntaría: “¿Me estoy esforzando al máximo en ampliar mi capacidad en el estudio, en la práctica para mí y los demás?”. Si usted desea movilizar su vida con mayor rapidez, fortalezca estos tres aspectos de su práctica.
Algunas personas pensaron -en relación a lo que dijo el Presidente Ikeda en febrero de 1990- que el mostrar la prueba real en su vida diaria era lo mismo que practicar para otros: esto no es así. Lo uno es tan importante como lo otro, esto es seguro. Por supuesto que debemos mostrar la prueba real en nuestra vida cotidiana, pero no son la misma cosa. Nuestra práctica se desenvuelve en estos dos ámbitos, pero son diferentes entre sí. Lo que el Presidente Ikeda nos estaba diciendo era que no debemos llevar a cabo la práctica para otros a costa de nuestra vida cotidiana. También nos estaba diciendo que no practiquemos por obtener beneficios a expensas de la felicidad de otros. Luche por colmar ambas. El estudio es la columna vertebral para poder hacer esto.
La oración del Devoto del Sutra del Loto es respondida porque él lleva a cabo estas tres prácticas enérgicamente. El devoto del Sutra del Loto no está buscando beneficios personales sino iluminación y sabiduría para desarrollarse como un Buda. Por supuesto, cuando uno se convierte en un Buda, naturalmente obtiene beneficios.
El Presidente Ikeda transmitió la siguiente orientación: “Sin embargo, según el Budismo, las oraciones nunca terminan con el sólo acto de la oración, sino que incluyen las acciones que uno emprende para lograrlas. Es así como disparar una flecha con un arco: primero tensamos el arco al máximo con la flecha insertada en la cuerda y luego ésta sale disparada cargada de energía. La oración sin acción es idealismo y la acción sin oración es fútil... Una gran oración proviene de un gran sentido de responsabilidad”.
Otro aspecto del karma que se malinterpreta con frecuencia es el siguiente: a menudo pensamos que nuestro karma es algo que está fuera de nosotros. Sin embargo, la conducta de otra persona no es nuestro karma. Nuestro karma es que no sabemos cómo responder ante el comportamiento de otro. No podemos manejar la conducta de otro y respondemos en forma equivocada: ése es el problema. Nuestro comportamiento es nuestro karma. A veces, es posible que pensemos que somos una persona terrible si en nuestro entorno nos topamos con una persona que es terrible. Eso no es cierto: ésa es una persona terrible por sus propias causas.
La pregunta es: ¿Por qué entonces está usted sufriendo? Usted tiene el karma de estar con esa persona, pero de todas maneras esa persona iba a ser así: usted no ocasionó que ella sea así. Pregúntese a sí mismo: “¿Por qué soy incapaz de tratar armoniosamente con esa persona? ¿Por qué esa persona se enfurece? ¿Por qué permito que esa persona me haga infeliz?”. En un caso así, usted tiene el karma de no ser capaz de manejar estas circunstancias de su entorno: allí radica su problema. Cuando invoca daimoku para ser capaz de conducirse bien con esa persona, para ser capaz de crecer más y más y de ser más fuerte que esa persona con el propósito de no seguir siendo influenciado por ella, entonces ya no le afectará: usted habrá transformado su entorno.
El Presidente Ikeda continúa diciendo en la misma orientación: “Nunca surgirá una verdadera oración de una actitud irresponsable, superficial, tomando las cosas a la ligera en su trabajo, en su vida cotidiana o con relación a la propia existencia. Quienes asumen la responsabilidad de todo aquello en lo que están involucrados y se esfuerzan seriamente en mejorar, desarrollarán oraciones fuertes. La vida cotidiana, así como la vida misma, son verdaderas batallas. Usted, ¿gana o pierde? El resultado no siempre está determinado por la experiencia o habilidades que uno posea sino que lo más importante es la decisión de ganar. Luego, ore sinceramente con toda su fuerza, haciendo surgir una gran sabiduría, a la vez que hace cada esfuerzo necesario para lograr su objetivo”.
Comience con la siguiente determinación: “Sobrepasaré mi sufrimiento, ¡Lo haré!”. Y como usted no tiene la menor idea de cómo hacerlo, por lo tanto necesitará sabiduría y fortaleza. Este tipo de oración autopotenciadora produce resultados.
El Presidente Ikeda en "La Nueva Revolución Humana" dice lo siguiente: “El Budismo es una enseñanza de razón sin igual. Por ende, la fuerza de nuestra fe debe manifestarse en la forma de estudiar, de ejercer nuestro ingenio o creatividad y en hacer el doble de esfuerzos que cualquier otra persona. El daimoku sincero es un manantial de energía para desafiar todo esto. Pero además, su daimoku también ha de constituir un compromiso. Por supuesto que hay diferentes formas de orar. Algunas personas puede que oren para que todo les llegue solo, sin tener que hacer ningún esfuerzo, pero una religión que estimule tal tipo de oración, está conduciendo a la gente hacia la ruina. La oración en el Budismo de Nichiren Daishonin significa invocar daimoku basados en un compromiso o promesa. En su verdadera esencia, esta promesa es la de lograr el kosen-rufu. Significa invocar daimoku resueltamente y con la determinación: «Lograré el kosenrufu de mi país. Por lo tanto, demostraré una magnífica prueba real en mi trabajo. Por favor, capacítame para hacer surgir, de alguna manera, mi máximo potencial». Así es como deberían ser nuestras oraciones.”
“También es importante que nos establezcamos objetivos claros y concretos de lo que anhelamos lograr cada día y luego orar y desafiarnos para concretar cada uno de ellos. Esta determinación sincera hará surgir la sabiduría y abundancia de recursos que conducen por ende al éxito. En resumen, para vencer en la vida requerimos de determinación y de oración, de esfuerzo y de ingenio o creatividad. Es equivocado soñar con hacernos ricos rápidamente, con la expectativa de tener un golpe de suerte inusitado o con una maquinación deshonesta para hacer dinero. Esto no es fe. Eso es mera fantasía.” (World Tribune, 6/6/94).
La oración funciona, definitivamente. Pero tiene que ser una oración correcta. La forma en que invocamos daimoku establece una diferencia enorme. Lo que estamos haciendo y pensando mientras invocamos daimoku frente al Gohonzon es lo que marca la diferencia entre unas cuantas gotas de beneficios y un torrente de beneficios absolutamente increíbles.
Por favor, reflexionen sobre el hecho de si están teniendo una actitud budista o si lo que están tratando de lograr es que algún otro los ayude. ¿Cuál es su postura frente al Gohonzon? ¿Están jugando a sentirse víctimas o, por el contrario, están llenos de la determinación de sobrepasar sus sufrimientos? “Necesito sabiduría y fortaleza, pero ¡lo voy a lograr!”. Con una oración así creo que no habrá nada que no puedan alcanzar. ¡Muchas gracias por su atención de esta noche!
(Orientación del Vice Director de Soka Gakkai U.S.A., Greg Martin , Centro Cultural de Seattle, EE.UU., 9/6/1995)
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